domingo, 23 de noviembre de 2014

La Filosofía de la mentira para el control de masas

Hitlerismo sin Hitler

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Leo Strauss
Leo Strauss emigro a Estados Unidos por motivos raciales durante el Tercer Reich. Strauss fue muy bien recibido en la Universidad de Chicago (fundada y dirigida por los intereses del petróleo, donde además trabajaban los economistas más conservadores como Milton Friedman y los físicos que habían llevado a cabo los estudios para desarrollar la bomba atómica). En Chicago, Strauss desarrolló sus teorías políticas que han inspirado no sólo al Partido Republicano sino también al CFR, de la misma manera que en el pasado más lejano las sociedades secretas se nutrían de la filosofía de la historia hegeliana para llevar a cabo sus actividades revolucionarias.

Las teorías de Strauss pueden resumirse en una premisa básica y tres líneas de acción para lograr los objetivos. Strauss era un lector acrítico de Nicolás Maquiavelo y fue, de hecho, su continuador, o quien reformuló sus tesis.  Su premisa básica es la siguiente:


Por derecho natural, los fuertes deben gobernar sobre los débiles.

Sus tres líneas de acción representan una verdadera metodología para lograr objetivos de dominio a través de la globalización. Éstas han sido y siguen siendo las siguientes:

a) Dado que no existen verdades absolutas, sino sólo relativas, es necesario que los gobiernos mientan. Los gobiernos deben dar a la población a través de la prensa sólo un mínimo indispensable de información fidedigna, pues en general, no cabe otra opción que la mentira y el engaño, a fin de mantener lo más monolíticamente posible la fe de las masas en un futuro mejor y en una escala de valores. La mentira y el engaño deben ser las armas para impedir todo atisbo de escepticismo o nihilismo por parte de las masas, lo que bien podría llevar a la anarquía. 
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b) Contrariamente a lo que establece la mayoría de las constituciones democráticas en lo que respecta a la necesidad de separar el Estado de la Iglesia, Strauss pensaba, al igual que los políticos conservadores norteamericanos con Bush a la cabeza, que la fe religiosa y las invocaciones a un dios todopoderoso ayudan en buena medida a que ese escepticismo o nihilismo se reduzca a un mínimo posible. La religión entonces, cualquiera que sea, es una potente arma de dominio, al igual que la mentira y el engaño, para lograr encolumnar al pueblo tras un líder y tras la clase dominante que debe gobernar un país por "derecho natural". Las sociedades secretas anotaron muy bien esta indicación, como veremos en el capítulo cinco. 
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c) La base de cualquier Estado y de cualquier gobierno es la existencia de un enemigo. La lucha contra un enemigo común sirve para aglutinar más a las masas. Un peligroso enemigo externo muchas veces aparece de manera espontánea o imprevisible, pero según Strauss, y los políticos que han caído bajo su influencia, si ese enemigo no existe, es necesario crearlo. Si no hay uno a mano, éste debe ser fabricado, porque sin un enemigo poderoso se corren riesgos de que se den las condiciones para que aparezcan importantes niveles de disenso interno que pongan en riesgo la conducción del Estado y el dominio de un país por los "elegidos" a través  del derecho natural, o sea los más fuertes. Obviamente es necesario entender que en un régimen capitalista global, los más fuertes no son otros que los más ricos.
Puede resultar curioso, pero a pesar de ser un perseguido de Hitler por motivos raciales, Strauss terminó por imitar a su odiado enemigo. Si sustituimos "los más fuertes" por "la raza aria", nos encontraríamos con idénticas percepciones acerca de una raza o una clase "elegida" para gobernar el mundo por derecho natural.

Joseph Goebbels, nazi
Joseph Goebbels
Asimismo, la frase más famosa que se recuerda del ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, era "miente, miente, que algo quedará", y es casi idéntica a la primera premisa straussiana de gobierno. Durante el Tercer Reich no había una religión considerada de Estado, aunque las creencias paganas y los símbolos hindúes utilizados por el nazismo (como la cruz gamada), así como todas las creencias y leyendas sobre el origen indoeuropeo de la raza aria, constituían un sistema de creencias al estilo de las religiones, que cohesionaba a los alemanes, aun cuando Hitler no dejara de apoyar al catolicismo y al cristianismo en general. Finalmente, en la idea de crear un enemigo si éste no está a mano, Strauss no hace más que copiar algunas de las propias tácticas de Adolf Hitler, cuando por ejemplo en 1933 el Führer habría ordenado incendiar el Reichstag (Parlamento) y luego culpar del atentado a un comunista con la finalidad de suspender totalmente la actividad de los partidos políticos, acabar con el Parlamento y gobernar dictatorialmente el país, siempre en guardia contra el posible avance del "comunismo" y el "pueblo judío".

En síntesis, Leo Strauss no ha propuesto otra cosa que un régimen hitleriano sin Hitler bajo la apariencia de una democracia, donde la gente cree que vota por candidatos e ideas diferentes cuando en realidad los dos candidatos han sido cooptados de antemano (aunque siempre hay un preferido como lo ha sido Bush), o bien las propias tácticas straussianas llevadas a cabo desde los centros de poder, se encargan de borrar todo atisbo de posible salida hacia un esquema verdaderamente democrático.

Si se lo piensa bien, es difícil saber qué régimen encierra una dosis mayor de perversión: si los totalitarismos de izquierda o derecha, o si el straussianismo dominando las democracias desde las sombras. Se sabe perfectamente bien que tanto la Unión Soviética de Stalin o el Tercer Reich de Hitler eran sistemas en los que no había libertad alguna y se vivía en un clima totalmente opresivo. Sin embargo, ésa era la ley en ambos sistemas, y quedaba clara para toda la población. Bajo la actual apariencia de democracia, en cambio, los medios de comunicación adormecen a poblaciones enteras a través de noticiarios vacíos de verdaderas noticias, repletos de casos policiales (presentados para que el televidente desconfíe del vecino o del desconocido y nunca del propio Estado o del sistema) y saturados de banales entretenimientos escapistas o de deportes, en los cuales se suele depositar falazmente lo poco del nacionalismo que puede quedar en la era de la globalización.

Desde la caída de las Torres Gemelas hay pocas dudas de que el mundo entero se ha sumergido —con más o menos fuerza según cada país— en una cruel dictadura travestida de democracia, con centro en Nueva York y Londres, hacia la cual los gobiernos sólo pueden presentar una obediente sumisión, como la de los países que se encolumnaron tras los Estados Unidos y el Reino Unido para invadir Irak, o bien apenas pueden entablar negociaciones estratégicas de relativa oposición en el marco de una situación de muy clara debilidad.

Extracto extraído del libro Nadie vio Matrix de Walter Graziano. Editorial Planeta. 1ª edición: noviembre de 2007 © Walter Graziano. Libro que les recomiendo ampliamente por su gran contenido.

2 comentarios:

  1. estos temas son super interesantes , la gran mayoria de las personas no tienen ni la mas remota idea de lo q ocurre en la oscuridad de los gobiernos

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